Tiña en perros o Dermatofitosis: causas, síntomas y tratamiento


La dermatofitosis o también conocida como tiña es una infección micótica superficial que afecta las partes queratinizadas de la piel y las uñas o garras. Son producidas por 3 especies de hongos: Microsporum canis, Microsporum gypseum y Trichophyton mentagrophytes. 
 
Microsporum canis en la causa más común de tiña en mascotas, y los gatos son los reservorios naturales de este hongo, es decir que ellos pueden ser portadores asintomáticos de la infección sin que presenten ningún síntoma de enfermedad pero sí pueden trasmitirla a otros animales e incluso a humanos. La fuente de infección por M. canis suele ser un gato infectado.

En humanos, los gérmenes productores de estas afecciones son, sin duda, muy oportunistas, por tanto, éstos aparecerán con una alta frecuencia sobre todo en pacientes diabéticos, pacientes con SIDA o con cualquier otra afección debilitante y/o crónica. M. Canis  constituye aproximadamente el 80-85% de las infecciones en perros.

Los hongos pueden ser contraídos por contacto directo, esporas que se encuentran en el medio ambiente (pelos, escamas) o por objetos contaminados (camas, cepillos, juguetes, etc).

Los pelos afectados son frágiles y el método de transmisión más eficaz es a través de pelos caídos que contienen artrosporas infecciosas. Este material puede permanecer infeccioso en el ambiente durante varios meses.

En general, la prevalencia de dermatofitosis en perros es baja, aunque varía en función de la ubicación geográfica, aumentando en lugares con climas tropicales o sub tropicales. 
En gatos es más común, sobre todo en aquellos "outdoor" o de vida libre y los que viven en críaderos, se dice que en ellos la prevalencia puede ser de hasta el 100%. 

Microsporum gypseum:

Es un habitante normal de la tierra y puede ser hallado transitoriamente en la piel y pelo de animales que viven en el exterior. La infección es adquirida por contacto directo con la tierra contaminada y una vez infectado, el animal puede transmitir el hongo a otros animales e incluso al humano. Ésta infección es de baja prevalencia, sólo representa menos del 5% de la casuística dermatológica.

Trichophyton mentagrophytes:

Reside en los roedores como reservorio natural; por lo tanto, las infecciones se producen por contacto con roedores infectados o por exposición a áreas contaminadas.

En general, la dermatofitosis o tiña, está sobre diagnosticada, pues es fácilmente confundida con Demodicosis, ya que ambas patologías pueden ser clínicamente indistinguibles o también puede confundirse con foliculitis diseminada superficial. Por lo tanto es recomendable contar con el cuidado y revisión de un especialista dermatólogo veterinario.

La foliculitis facial y la forunculosis pueden mimetizar una enfermedad cutánea  autoinmune.
Los animales jóvenes, debilitados o inmunocomprometidos son los más susceptibles a contraer esta infección, así como también aquellos que tienen una mala nutrición o que viven en ambientes hacinados con falta de higiene. 

Algunas de las presentaciones clínicas de la dermatofitosis pueden ser las siguientes:

  • Manchas circulares con pérdida de pelo, descamación e inflamación.
  • Foliculitis, que puede ser localizada o generalizada.
  • Pérdida de pelo.
  • Seborrea seca. 
  • Dermatitis miliar en gatos.
  • Onicomicosis, deformidad de las uñas.
  • Subclínica.
  • Una historia de infección humana por dermatofitos mientras que todos los animales de la casa son asintomáticos también es posible.

Es importante tener en cuenta que:

Para llegar a un correcto diagnóstico es necesario apoyarse de algunas técnicas complementarias de diagnóstico como lámpara de wood, examen microscópico directo, cultivo fúngico. Éste último es la forma indicada de llegar a un diagnóstico definitivo y en gatos debe considerarse como una parte de los datos mínimos en el diagnóstico de cualquier enfermedad cutánea felina ya que las lesiones causadas por los dermatofitos son muy variables.

En relación al tratamiento

Éste varía en función de la presentación clínica de cada caso; si son lesiones localizadas sólo será necesario aplicaciones tópicas a base de champúes o cremas antimicóticas; sin embargo, la resolución puede ser acelerada por el tratamiento, y el tratamiento tópico puede reducir la probabilidad de contagio.

En caso de infecciones generalizadas se hace necesario el tratamiento sistémico que debe continuarse hasta que se obtengan dos cultivos consecutivos negativos, separados por dos semanas.

Los antimicóticos sistémicos solo son aconsejables para aquellos casos con formas clínicas extensas, es decir, que las lesiones abarcan gran parte de la superficie  corporal o que son  muy resistentes a las terapéuticas locales (baños antimicóticos o aplicaciones de cremas).

Entre las drogas orales que se usan con mayor frecuencia para combatir la dermatofitosis tenemos la griseofulvina, ketoconazol y itraconazol. 

El itraconazol es un triazol sintético antifúngico. En comparación con el ketoconazol tiene mayor potencia, menos toxicidad y un espectro más amplio de acción. Es recomendable administrarlo junto con la comida para mejorar su absorción.

Está contraindicado en enfermedad o insuficiencia hepática. No requiere modificaciones de dosis con insuficiencia renal. No se debe utilizar en hembras preñadas.